Jordi Pigem, filósofo posmaterialista |
Inteligencia vital
Qué inspiradora y estimulante me resulta
esta charla con Jordi Pigem: reencanta la realidad al entrelazarla con
mi conciencia, mi corazón. Al acabar evoco una de mis frases favoritas
de Dalí: “La naturaleza es sobrenatural”. Pigem es filósofo
posmaterialista porque elige una mirada más allá del cómputo
materialista, de la ciencia mecanicista y del racionalismo desnudo, y la
construye justo donde todos esos reduccionismos se encogen de hombros.
En su libro Inteligencia vital (Kairós), subtitulado Una visión
postmaterialista de la vida y la conciencia, lo explica con gracia y
ligereza. Te dice: “Tú eres único, pero no separado: participas,
cocreas”. Eres (con) el universo.
¿Qué le hizo filósofo?
Una ventana.
¿Una ventana?
De
niño me asomaba, miraba el cielo y me preguntaba: “¿Para qué estoy
aquí?”. Me gustaba la ciencia... hasta que supe que mis preguntas eran
para la filosofía.
Y se dedicó.
Sí, aunque empecé siendo periodista
ecologista en la revista Integral: creía que la información mejoraría el mundo.
¿Y no?
Tenemos
más información que nunca... ¡y destruimos como nunca! Tenemos ciencia
sin conciencia. Y me doctoré en Ciencia Holística en el Schumacher
College, Inglaterra.
¿Qué enseña esa disciplina?
Que los últimos hallazgos de la ciencia indican que el paradigma materialista se agota.
¿Qué es el paradigma materialista?
Desde
Galileo y Descartes, la ciencia sostiene que sólo existe lo mensurable.
Y hemos antepuesto lo material a lo inmaterial: el dinero al alma.
¡Pero resulta que lo más importante es lo que no puede medirse ni
pesarse!
¿A qué se refiere?
A la bondad, la belleza, la amistad, el amor, la justicia..., ¡y al mismísimo universo!
¿El universo no puede medirse?
La ciencia sólo puede
conocer el 4% del universo: el 96% es materia y energía oscura,
¡indetectable! La ciencia llega a un cul-de-sac.
¿Conclusión?
El
paradigma materialista y mecanicista se agota en el macrocosmos –es
relativista– y en el microcosmos –es cuántico–, así que toca otro
paradigma: el posmaterialista.
¿En qué consiste?
Lee el final de este artículo en la prestigiosa revista Nature: “El universo es inmaterial, mental y espiritual”.
¡Ostras! ¿Quién dice esto tan gordo?
Richard Conn Henry, físico y astrónomo de la Universidad Johns Hopkins, y concluye así: “¡Vive y disfruta!”.
¡Un científico! ¿Posmaterialista?
Claro,
el universo no lo forman cosas, sino relaciones: es un océano de
relaciones, vibrátil, esporádicamente manifestado en cosas, en átomos,
¡como en el océano las olas!
Muy bonito.
Y real. Ahora mismo, mientras hablamos, están obrándose prodigios en ti y en mí.
¿Qué pasa?
Todas
tus células, ¡decenas de billones de células!, cada una única y
distinta, se intercambian moléculas del modo idóneo, preciso, exacto:
por eso vives y sigues sano.
Benditas sean.
Lo hacen con más eficacia, productividad y sostenibilidad que cualquier fábrica.
¿Cómo lo explica el posmaterialismo?
¡Inteligencia vital! Así la llamo. Porque la inteligencia es connatural a la vida. La vida es inteligente, o no es vida.
¿Una ameba es inteligente?
¡Sí!
Una bacteria, una célula, una planta, todo animal: ¡inteligencia! Una
planta aprende, memoriza, tiene percepción e intención. Como toda forma
de vida. No hay vida sin inteligencia, ni inteligencia sin vida.
Sí, hay inteligencia artificial.
Si
no siente, no hay vida: no hay inteligencia. Altísima capacidad de
cálculo, sí. Dice Magnus Carlsen, campeón mundial de ajedrez: “Yo veo la
jugada, la siento”. No dice “pienso”, dice “siento”: ¡inteligencia
vital!
Defina inteligencia.
Capacidad de responder
creativamente y de manera óptima al entorno. La araña teje telas cinco
veces más resistentes que el acero en relación con su peso...
¡Inteligencia vital!
“La naturaleza es sabia”, decimos.
“La
naturaleza se esmera en crear las formas más bellas y maravillosas”,
dice Darwin en El origen de las especies. ¡Inteligencia vital!
¿Y qué hay de nuestra humana inteligencia, de nuestro cerebro?
Eres
cocreador de realidad, participas del universo, tu conciencia crea. Así
lo avanzó el gran físico Schrödinger: “La base de la realidad no es la
materia, es la conciencia”.
Voy de sorpresa en sorpresa.
“Lo
no observado no existe”, predicó el físico Bohr. ¡Eres cocreador de la
realidad! El posmaterialismo se abre a lo inmaterial: valores,
intenciones, conciencia, lo que la ciencia no contempla.
¡Pero la ciencia nos ha dado muchísimo!
Muchísimo...,
pero al tirar el agua sucia de la bañera (la superstición, el dogma)
tiró también al viviente bebé que había dentro.
Rescáteme al bebé.
¡El corazón! Tu corazón tiene sus neuronas, ¿lo sabías? Y está enviando más información a tu cerebro que al revés.
¡No sabía eso tampoco!
Fíjate: cuándo dices “yo”.., ¿dónde te apuntas con el dedo? ¿A la cabeza, al cerebro?
Me apunto al pecho, al corazón.
¡Sí,
porque ahí estás tú! El sánscrito tiene una sola palabra ( cit) para
mente y corazón. Y decimos que el corazón “se me hiela”, “se me parte”,
“se me abre”, “lo tengo en un puño”..., o “eres de buen corazón”.
¿Puede responder ya a la primera pregunta de su vida: “¿para qué estoy aquí?”?
Sí, creo que ya puedo: ¡para descubrirme! El propósito de la vida es descubrirte a ti mismo en plenitud.