¡Organización!



Últimamente tengo la sensación de que el tiempo transcurre más de prisa de lo normal, no sólo por la edad, dicen que cuantos más años se cumplen más rápidos pasan, sino por la creciente demanda de tiempo que la vida moderna nos supone. Y no dejemos de lado lo que algunos estudiosos refieren al respecto de su aceleración, cito el concepto de tiempo fractal que tratamos en un post de Gregg Braden.
El caso es que, debido a una causa o a la otra, uno llega, si llega, muy justo a cumplir con sus encomiendas del día. 

La falta de tiempo se ha aceptado como una buena excusa desde siempre, aunque es cosa de los últimos años que la sensación de apremio sea generalizada. Siendo así, podría pensarse que tenemos la coartada perfecta para hacer recortes, el tipo de recortes que, por desgracia, acaba generando problemas a largo plazo.
Es cierto que no dejas de comer por falta de tiempo, pero cada vez más te decantas por un tipo de alimento precocinado que engulles de camino a cumplir con tus otras obligaciones. Por otra parte, no descuidas del todo a tus hijos pero quizá ni siquiera te permitas dedicarles media hora para saber qué tal su día en el colegio. Tienes tantas cosas pendientes que si te sobran diez minutos para compartirlos con tu pareja te das por satisfecho.
Hablas por teléfono mientras lavas los platos, planchas la ropa mientras ves la tele, lees a la vez que pedaleas en la bici estática y si me apuras, hasta te lavas los dientes sentado en el váter. Todo porque has caído en la trampa de querer abarcar demasiado, quieres hacerlo todo y pretendes hacerlo bien.
Se te olvida que vivir en el presente, eso tan importante de vivir en el aquí y el ahora, es también concentrarse en lo que se está haciendo, en disfrutar del momento sin pensar cuál es la siguiente tarea que se ha de acometer.
Claro que podrás pensar que suena muy bonito pero ¿quién se va a encargar de tus cosas por ti?
No hace falta que dejes tu vida actual y te vayas a vivir como un asceta a la montaña; para cumplir con tus compromisos basta con que tengas presente tus prioridades. De todo cuanto tienes pendiente, qué es lo más importante. Pues es precisamente eso, lo más importante, lo que se ha de hacer primero. Un informe de cuentas no es más importante que el amor que necesitan tus hijos, abrillantar una cocina no lo es más que pasar un buen rato con tu pareja, más importante que tu salud no lo es tu carrera.
Repito, es una cuestión de tener claras cuáles son tus prioridades y organizarte. Puedes cumplir con cuanto te propongas, pero sin resentir aquellas áreas de tu vida que más necesitan de tu cuidado y preferencia. Sé sincero y haz una lista de las tareas que realizas a lo largo del día especificando el tiempo que dedicas a ellas. Te sorprenderá ver cuánto rato pierdes en tonterías, te lo digo por experiencia. Con los resultados sabrás por dónde empezar a recortar sin necesidad de descuidar lo primordial.