Protección contra malas energías!


Aprovecho este post para dar respuesta a quienes me han planteado la siguiente pregunta: ¿Cómo puedo protegerme de las malas energías y de las malas intenciones de la gente que me rodea?
Esperan que les ayude a construir una pirámide de luz o un círculo electrónico o un cinturón de amor para que no les alcancen las malas vibraciones, porque ellos dan por hecho que están siendo víctimas de la negatividad ajena.
Y no les quito la razón, por supuesto, si creen que hay personas capaces de hacerles daño, seguro las habrá. Además, estarán en disposición de aportar todo tipo de pruebas que demuestren que sus sospechas no son infundadas.
En mi opinión, no hay que protegerse contra nada a no ser que se viva en medio de una lucha. Si esa es tu visión de la realidad, entonces vas a tener que comprarte un casco, aunque también te servirá cualquier ritual en el que deposites tu fe.

 La fe, se ponga donde se ponga, siempre funciona. Quiero decir con esto, que para estar protegido vale desde una cuarzo rosa hasta una bolsita con ajo, un azabache o cualquier tipo de búnker de luz: lo que mejor te parezca.
Yo, en cambio, elijo vivir en un universo amistoso donde todos los seres que interactúan conmigo lo hacen desde el amor; esto se ha convertido en una afirmación que repito cada mañana. Elijo sintonizar ese dial, que no es ni mejor ni peor que el de otros, simplemente es una frecuencia que me hace la vida más sencilla.
Si vives de espaldas a tu poder, puedes ir por el mundo sintiéndote el blanco de las críticas y de las malas intenciones ajenas e ir preparado para la batalla, siempre en guardia ante la amenaza constante de un inminente ataque, con la correspondiente pérdida energética que ello supone.
Puedes darle el protagonismo a cualquiera con tal de encontrar una excusa para asumir que la responsabilidad es tuya. Puedes permitir que te afecte el pensamiento negativo de compañeros, suegras y vecinos. Pero, si así lo hicieras, estarías interpretando voluntariamente un papel pasivo que le queda pequeño a la grandeza de tu espíritu. Le estarías dando el control a los demás para que regulen a su antojo tus niveles de energía.
En cuanto al mal de ojo, al envío de espíritus malignos, al vudú, a los hechizos y embrujos, es cierto, existen para quien crea en ellos o los tema (que sentir temor o respeto por estos temas es otra forma de creer), y llegan a ser tan poderosos sus efectos como poderosa sea la fe en que funcionan.
Pero todo esto te limita demasiado, te encorseta; si quisieras, podrías tener un tipo de creencias que te faciliten la vida, que te permitan expandir tu conciencia en lugar de aprisionarla en estas bajas frecuencias.
Si fuéramos capaces de asumir que los pensamientos determinan la realidad y que nadie más que nosotros puede crear nuestra experiencia, viviríamos mucho más tranquilos. Y, desde luego, nos sentiríamos más protegidos.