Primero planta y luego cosecha



La clave de toda la vida es el valor. El valor no es lo que obtienes, sino lo que das. Es adivinar lo que es importante para otras personas, no sólo para ti...Descubrirás que para alcanzar el éxito, primero debes invertir en el éxito de los demás. Para ser amado, primero has de amar; para resultar interesante, primero tienes que mostrar interés. El mero opuesto de lo que deseas es lo que debes dar primero, y entonces recibirás el resultado esperado.

La razón principal por la cual la mayoría de las personas no logran la prosperidad económica y emocional que anhelan es la excesiva concentración en sí mismas. No se trata de ti, sino de todos los demás, y cuando consigues mejorar la vida de los demás, tu vida se abre automáticamente y se expande en todas direcciones.

Se trata de estar enamorado de otras personas, de lo que haces por ellas, y aclarar tus objetivos vitales. Resulta audaz y ridículo al mismo tiempo flagelarte sobre lo que no has alcanzado si primero no atraviesas este proceso clarificador, rápido y absolutamente inmutable e infalible que te llevará a donde quieras de una forma más sencilla y cómoda. No sólo la alcanzas, sino que llegas mucho más lejos y de una forma más profunda, cuando centras tu atención en lo que puedes dar a los demás.
Fuente: Descubre el secreto, de Janet Bray Attwood y Chris Attwood.
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Por eso es importante tener un propósito en la vida, una razón suficientemente clara por la cual levantarnos de la cama con una sonrisa. Ese propósito es el que ha de determinar la diana que ensartará nuestra flecha. No es un ideal, sino un plan que contribuye a hacer mejor la experiencia de los otros y como consecuencia de ello mejora la nuestra. Cada persona tiene un don, un talento especial congénito y ha de hacer todo cuanto esté en su mano para expresarlo y ponerlo al servicio de los demás. El éxito siempre está a dos pasos de eso. Pero quien busca el éxito y lo encuentra en la consecución de una meta sin tener un propósito definido, no le servirá de mucho. Si acaso le garantizará unos cuantos aplausos, la luz fugaz de un fuego de artificio. Nunca le devolverá a la paz y al silencio de la que viene el alma. Esa gracia se le reserva a aquellos que están en el dharma, a los que han encontrado la razón última de su existencia. El modo en que hemos de contribuir a mejorar el mundo siempre pasa por el servicio. Planta primero y luego cosecha.