Naturaleza de la realidad

Bohm ofrece la siguiente ilustración: imagine un acuario que contiene un pez. Imagine también que usted no puede ver el acuario directamente, sino a través de las imágenes que le envían dos cámaras de televisión, una dirigida hacia un lado del acuario, la otra dirigida al lado contrario.Cuando usted enciende los monitores de televisión debe asumir que el pez aparece en ambas pantallas como dos entidades separadas. Las cámaras enfocan diferentes ángulos, por tanto, cada una de las imágenes será diferente. Si continúa observando con detenimiento, percibirá que existe una relación entre ambos, de tal modo que al girarse el pez del monitor de la derecha, lo hará también el del monitor de la izquierda; si uno se pone frente a la cámara, el otro aparecerá de costado.
A primera vista pensaríamos que no es un único pez visto desde dos ángulos distintos, sino dos entidades independientes conectadas de un modo inexplicable.
Ahora extrapolemos la apreciación de Bohm... Imagine que en lugar de dos cámaras, tenemos muchas, muchos monitores que devuelven imágenes distintas de un único pez; tenemos una sala llena de monitores, seis mil millones de pez-proyecciones que desconocen su naturaleza y ejercen su individualidad como un derecho.
Como se creen entidades separadas se pasan el día maquinando de qué forma dejar fuera de juego al pez del monitor de al lado. A menudo se sienten amenazados, compiten por el mejor nicho, por la ración más suculenta de comida, por las mejores hembras y, mientras participan de esta batalla, se quieren a veces pero se odian a muerte la mayor parte del tiempo. Unos a otros se gritan, se insultan y porque son peces, no van a la guerra a lanzarse bombas que terminen de una vez con todas sus diferencias.
Las más académicas pez-proyecciones se creen en posesión de la verdad absoluta y calculan y miden y demuestran que la energía es igual a la masa por la velocidad de la luz al cuadrado. Se burlan de las pez-proyecciones que dan fe de fenómenos extraños como la telepatía y la clarividencia. Las ridiculizan y tildan sus apreciaciones de supercherías entre burlescas risotadas. Un pequeño grupo de pez-proyecciones se resiste a simplificar su existencia a una mera fórmula matemática. Observan sin juzgar la enorme sala, se plantean preguntas, meditan en grupo y casi se acercan a la respuesta. Puede que alguno de ellos, un día de estos, tire de los cables y las cámaras se apaguen.
Entonces los guerreros, los supersticiosos, los académicos, se darán cuenta de que son sólo eso, proyecciones, imágenes de un único pez: el pez superior, el pez padre de todos los peces, el pez Dios. El pez campo cuántico, campo de todas las posibilidades, el pez que ni se crea ni se destruye, el que simplemente es.