La mayoría de las personas están totalmente inconscientes del poder creativo de la imaginación e invariablemente se inclinan ante los dictados de los “hechos” y aceptan la vida sobre la base del mundo exterior. Pero cuando tú descubres este poder creativo dentro de ti mismo, audazmente afirmarás la supremacía de la imaginación y pondrás todas las cosas en sujeción a ella. No hay nada bajo el cielo que no sea tan plástico como la arcilla del alfarero para el toque del espíritu formativo de la imaginación. Yo quiero mostrarte hoy cómo poner tu maravillosa imaginación justo en la sensación de tu deseo cumplido y dejarla que permanezca ahí y caer dormido en ese estado. Y yo te prometo, por mi propia experiencia, que realizarás el estado en el que duermes – si pudieras efectivamente sentirte justo en la situación de tu deseo cumplido y continuar en ella hasta que te quedes dormido. Cuando te sientas justo en ella, permanece ahí hasta que le des todos los matices de la realidad, hasta que le des toda la vivacidad sensorial de la realidad. Mientras lo haces, en ese estado, tranquilamente quédate dormido. Y de un modo que nunca sabrás –tú nunca podrías concebir conscientemente los medios que se emplearían – te encontrarás moviéndote a través de una serie de acontecimientos que te llevan hacia la realización objetiva de este estado.
Ahora, he aquí una técnica práctica: Lo primero que haces; debes saber exactamente qué quieres en este mundo. Cuando sepas exactamente qué quieres, haz una representación tan parecida a la vida como sea posible de lo que tú verías, y de lo que tocarías, y de lo que harías si estuvieras físicamente presente y físicamente moviéndote en tal estado.
Ahora, he aquí una técnica práctica: Lo primero que haces; debes saber exactamente qué quieres en este mundo. Cuando sepas exactamente qué quieres, haz una representación tan parecida a la vida como sea posible de lo que tú verías, y de lo que tocarías, y de lo que harías si estuvieras físicamente presente y físicamente moviéndote en tal estado.
Por ejemplo, supón que yo quisiera una casa, pero no tuviera dinero – pero aún así yo sé lo que quiero. Yo, sin tomar nada en consideración, haría una representación tan parecida a la vida de la casa que me gustaría, con todas las cosas en ella que yo querría. Y entonces, esta noche, cuando me fuera a la cama, lo haría en un estado, un estado somnoliento adormecido, el estado que bordea el sueño. Imaginaría que efectivamente estoy en tal casa; que si saliera de la cama pisaría el suelo de esa casa; si saliera de esta habitación, entraría en la habitación adyacente a mi habitación imaginada en esa casa. Y mientras estoy tocando el mobiliario y sintiendo que es sólidamente real, y mientras estoy pasando de una habitación a la otra en mi casa imaginaria, entraría en un profundo sueño en ese estado. Y yo sé que de un modo que conscientemente no podría concebir, realizaría mi casa. Lo he visto funcionar una y otra vez.
Si yo quisiera promoción en mi negocio me preguntaría a mí mismo: “¿Qué responsabilidades adicionales serían las mías si se me dieran esta gran promoción? ¿Qué haría? ¿Qué diría? ¿Qué vería? ¿Cómo actuaría? Y entonces, en mi imaginación comenzaría a ver y a tocar y a hacer y a actuar como yo exteriormente vería y tocaría y actuaría si yo estuviera en esa posición.
Como sabéis, la gente está totalmente inconsciente de este fantástico poder de la imaginación, el secreto de ello es centrar tu imaginación en la sensación del deseo cumplido y permanecer ahí. Pues en nuestra capacidad de vivir EN la sensación del deseo cumplido reside nuestra capacidad para vivir la vida más abundante.
Sabes, hay una amplia diferencia entre pensar EN lo que tú quieres en este mundo y pensar DESDE lo que tú quieres. Déjame que te cuente cuando por primera vez oí hablar de este extraño y maravilloso poder de la imaginación. Fue en 1933 en Nueva York. Un viejo amigo mío me lo enseñó. Me explicó que si yo hiciera una viva representación del estado deseado y luego entrara en ese estado y permaneciera en ese estado, lo realizaría.
En ese momento yo quería hacer un viaje a la isla de Barbados, en las Indias Occidentales, pero no tenía dinero. Él me explicó que si yo esa noche, mientras dormía en Nueva York, asumía que estaba durmiendo en la casa de mi padre terrenal en Barbados y cayera en un profundo sueño en ese estado, yo realizaría mi viaje. Bueno, yo le tomé la palabra y lo intenté. Durante un mes, noche tras noche mientras me quedaba dormido yo asumía que estaba durmiendo en casa de mi padre en Barbados. Al final del mes llegó una invitación de mi familia invitándome a pasar el invierno en Barbados. Yo zarpé para Barbados a principios de Diciembre de ese año.
Desde entonces supe que había encontrado a este salvador en mí mismo. El viejo me dijo que nunca fallaría. Incluso después de que ocurrió, yo difícilmente podía creer que no habría ocurrido de todos modos. Así de extraño es todo esto. Reflexionándolo, sucede tan naturalmente que empiezas a sentir o a decirte a ti mismo: “Bueno, podría haber sucedido de todos modos”, y rápidamente te recuperas de esta maravillosa experiencia tuya.
Nunca me falló si yo le daba al estado de ánimo, al estado de ánimo imaginado, vivacidad sensorial. Podría contarte innumerables historias de casos para mostrarte cómo funciona, pero en esencia es simple: Tú simplemente sabes lo que quieres. Cuando sabes lo que quieres, estás pensando en ello. Eso no es suficiente. Debes ahora empezar a pensar DESDE ello.
Bueno, ¿cómo puedo pensar desde ello? Yo estoy aquí sentado, y deseo estar en otra parte. ¿Cómo puedo yo, mientras estoy sentado aquí físicamente, ponerme con la imaginación en un punto del espacio apartado de esta habitación y hacer que eso sea real para mí? Bastante fácilmente. Mi imaginación me pone en contacto interiormente con ese estado. Imagino que estoy efectivamente donde deseo estar. ¿Cómo puedo decir que estoy ahí? Hay un modo de demostrar que estoy ahí; pues lo que una persona ve cuando describe su mundo es, cuando lo describe, relativo a ella misma. Así, lo que el mundo parece depende enteramente de dónde yo estoy cuando hago mi observación. Así, si como yo describo mi mundo está relacionado con ese punto en el espacio que me imagino que estoy ocupando, entonces debo estar ahí. Yo no estoy ahí físicamente, no, pero ESTOY ahí en mi imaginación, ¡y mi imaginación es mi yo real! Y donde voy en mi imaginación y lo hago real, ahí iré en la carne también. Cuando en ese estado caigo dormido, está hecho. Nunca lo he visto fallar. De modo que esta es la sencilla técnica de cómo usar tu imaginación para realizar cada uno de tus objetivos.
He aquí un ejercicio muy sano y productivo para la imaginación, algo que deberías hacer diariamente: Revive diariamente el día como tú deseas haberlo vivido, revisando las escenas para hacerlas conformes a tus ideales. Por ejemplo, supón que el correo de hoy trajo noticias decepcionantes. Revisa la carta. Reescríbela mentalmente y hazla conforme a las noticias que tú deseas que hubieras recibido. O, supón que no recibiste la carta que deseas que hubieras recibido. Escribe la carta tú mismo e imagina que recibiste tal carta.
Déjame contarte una historia que tuvo lugar en Nueva York no hace mucho tiempo. Sentada en mi audiencia estaba esta señora que me había oído numerosas veces, y yo estaba contando la historia de la revisión – que el hombre, no conociendo el poder de la imaginación, se va a dormir al final de su día, cansado y agotado, aceptando como definitivos todos los acontecimientos del día. Y yo estaba intentando mostrar que el hombre debería, en ese momento antes de dormirse, reescribir el día entero y hacerlo conforme al día que deseaba haber experimentado. He aquí el modo en que una señora utilizó sabiamente esta ley de la revisión: Parece que hacía dos años ella fue echada de casa de su nuera. Durante dos años no hubo correspondencia. Había enviado a su nieto al menos dos docenas de regalos en ese intervalo, pero ninguno fue nunca reconocido. Habiendo oído la historia de la revisión, esto fue lo que hizo: Cuando se retiró por la noche, mentalmente construyó dos cartas, una imaginó que venía de su nieto, y la otra de su nuera. En esas cartas ellos expresaban un profundo afecto por ella y se preguntaban por qué no había llamado para verlos.
Hizo esto durante siete noches consecutivas, sosteniendo en su mano imaginaria la carta que ella imaginaba que había recibido y leyendo esas cartas una y otra vez hasta que se despertaba dentro de ella la satisfacción de haberlo oído. Entonces se dormía. Al octavo día recibió una carta de su nuera. Dentro había dos cartas, una de su nieto y otra de la nuera. Prácticamente reproducían las cartas imaginarias que esta abuela se había escrito a ella misma ocho días antes.
Este arte de la revisión puede ser utilizado en cualquier apartado de tu vida. Toma el tema de la salud. Supón que estuvieras enfermo. Trae ante tu ojo mental la imagen de un amigo. Pon en esa cara una expresión que implique que él o ella ve en ti lo que tú quieres que todo el mundo vea. Simplemente imagina que él te está diciendo que nunca te ha visto con mejor aspecto, y tú respondes: “Nunca me he sentido mejor.” Supón que te heriste en el pie. Entonces haz esto: Construye mentalmente un drama que implique que estás andando– que estás haciendo todo lo que harías si el pie estuviera normal, y hazlo una y otra y otra vez hasta que tome los matices de la realidad. Siempre que haces en tu imaginación lo que te gustaría hacer en el mundo externo, eso harás en el mundo externo.
El único requisito es despertar tu atención de un modo y con tal intensidad que te vuelvas completamente absorto en la acción revisada. Experimentarás una expansión y refinamiento de los sentidos con este ejercicio imaginativo y, finalmente, lograrás la visión en el mundo interior. La vida abundante que se nos prometió es nuestra para disfrutarla ahora, pero hasta que tengamos el sentimiento del creador como nuestra imaginación no podemos experimentarla. La imaginación persistente, centrada en la sensación del deseo cumplido, es el secreto de todas las operaciones exitosas. Sólo este es el medio de cumplir la intención.
Neville Goddard, Cómo usar tu imaginación (1955)