
No puedes sentirte bien y tener malos pensamientos al mismo tiempo, así que en el momento que tomas conciencia de tus pensamientos y emociones, estás tomando conciencia del proceso de creación de tu realidad. Tú única función en la vida es hacer lo posible para sentirte bien, irte sintiendo cada día mejor, porque cuanto mejor te sientes, más te complacerá el mundo que creas a tu alrededor.
Si la mayor parte del tiempo te sientes sólo bien, te acostumbras a ese sentimiento, lo das por tu estado natural, por "lo normal", sin embargo hay una diferencia enorme entre sentirse sólo bien y sentirse pletórico, inspirado, pleno y feliz. Ese ha de ser tu objetivo. Modifica tu umbral de bienestar, ponte el listón un poco más arriba en la escala emocional.
Intenta amplificar siempre que puedas tus emociones positivas prestando atención a aquellas cosas que amas: las virtudes de tus hijos, la belleza de un paisaje, una canción que te hace vibrar. Deja de preocuparte, de anticipar las situaciones negativas situándote en la perspectiva de lo peor. Cuando experimentas un sentimiento negativo acerca de algún problema es porque piensas que puede llegar a suceder la peor posibilidad y no es eso lo que quieres que suceda. Espera siempre el bien.
Así que dedícate a sentirte mejor, disfruta de las pequeñas cosas, proponte la meta de hacer cada día algo que te apasione, complácete, no todo es ir a la oficina, lidiar con el tráfico y ocuparte de la familia al volver a casa. Piensa qué cosas te hacen especialmente feliz y hazlas.
Recuerda, cuanto mejor te sientas, mejor vivirás.