La mala prensa del dinero















Quizá por la educación recibida no se nos ocurre incluir en nuestras listas de deseos los asuntos materiales y si lo hacemos, nos invade un sentimiento de culpa porque de algún modo nos parece que estamos yendo en contra de nuestros principios. Nos han inculcado que el dinero no da la felicidad, que los ricos no son precisamente honrados, que cuanto se ha de pedir en la vida es salud porque todo lo demás, si ha de venir, ya llegará solo.
Hemos incorporado esas creencias a nuestro modo de pensar como si fueran ciertas sin haberlas puesto en cuarentena; como resultado de ello no salimos de un problema económico para entrar en otro. Acumulamos deudas, nos enfocamos en la montaña de facturas por pagar, la hipoteca nos ahoga y un montón de imprevistos sangran mes a mes la cartera. Sufrimos todas esas carencias por las limitaciones mentales que nos hemos impuesto.
¿Por qué no dedicamos unos minutos a tirar abajo la choza mental y empezamos a edificar un lugar digno y cómodo donde por fin establecernos?
Podríamos poner en claro qué opiniones tenemos acerca del dinero y quitarles la careta. En el momento en que una creencia limitante es descubierta pierde fuerza y, si es sustituida por una más positiva, deja de operar.
Tomemos conciencia de que no tiene nada que ver ser próspero con ser una persona de bien, ambas pretensiones son perfectamente compatibles. Es lícito querer llevar una vida más desahogada, lo que hay que tener presente es que al tener más dinero no vamos a ser más felices. La felicidad es un estado independiente de las condiciones externas. Se puede ser pobre y feliz, como también un rico puede serlo.
Quizá el error radica en querer hacer de la prosperidad un fin. Convertirla en nuestro objetivo, cuando en realidad nuestro objetivo ha de ser la dicha. La prosperidad viene detrás nuestro y nos alcanza cuando nos detenemos a hacer aquello que nos complace y que, a la vez, contribuye al bien de los demás.
Así que no la rehuyas ni la persigas, sólo mantén tus ojos abiertos. Céntrate en tu camino, que en ese mismo camino como quien se encuentra una sorpresa, así la encontrarás.